Hola!!
Para esta semana te vengo a contar la carrera que este
pasado fin de semana he tenido.
-“Sí, sí. En tan sólo unos quince días ya he vuelto a
colgar un dorsal”-.
Pero no preocupes, que he dejado que lleguen a meta un
montón de runners locos que tenían prisas por llegar a la línea de meta.
-“Desde luego… ¡Que gente más jartible! Todos ahí, yendo
a saco. Como si les fueran a cerrar las calles. Jajaja”-.
Bueno, va, ahora ya más en serio (si puedo, claro) ;p
La carrera ha sido la Carrera Popular del Parque de
Miraflores, en las distancia de 10K.
Poniendo excusas
En realidad lo que me ha motivado para hacer esta carrera
era la excusa de quedar para rodar con Dani y pasar mentalmente página de los
101Km de Ronda.
Eso y que después nos íbamos a almorzar por ahí con
nuestras respectivas jefas.
-“Jejeje, ¡que duro es esto de correr!”-.
De esta forma nos obligamos a conseguir ir trabajando el
ponernos otra vez en forma.
Dani porque por cuestiones profesionales y familiares ha
estado en el dique seco casi seis meses y yo, porque después de varios meses
preparando los 101Km, necesito resetear el cuerpo y la mente bajando mucho el
volumen de kilómetros de cara a encontrar nuevamente una forma física óptima.
-“Porque ahora mismo estoy igual de quemado que la pipa
de un indio”-.
Hacia la carrera
Bueno, como ya sabes, en esta ocasión La Jefa de
acompañaba a la carrera y, como casi siempre que me acompaña, vamos tarde.
-“No es que sea malo. Es un hecho científico que tiene
hasta su fórmula”-.
Día de carrera *( Levantarse un domingo temprano + (Sueño
de La Jefa)2)= Llegamos tarde seguro
En fin, que mi idea era salir a las 8:30 para poder
aparcar el coche a eso de las 8:45/8:50 en el polígono industrial que hay junto
al Parque de Miraflores y, ya de paso, cerca de una de las puertas de acceso
para no tenernos que dar el paseo del siglo.
-“Y no lo conseguí. Nos dimos el paseo mañanero”-.
Lo bueno es que La Jefa iba todavía con la cara de estar
dormida y no protestó. Sólo preguntó que donde habíamos quedado y si faltaba
mucho.
Finalmente llegamos a la puerta principal donde nos
esperaba Dani y Estrella (su mujer).
Nosotros nos fuimos a calentar y ellas se fueron a
desayunar para reponerse del madrugón que les hemos hecho darse un domingo.
-“Sí, los muggles (o no corredores. Aunque en la saga de
Harry Potter son los humanos sin habilidades mágicas.) no nos entienden…”-.
En la carrera
Ya en la zona de salida, como es costumbre, nos vamos
trotando más allá del arco de salida para efectuar el calentamiento hasta pocos
minutos antes del pistoletazo de salida y así evitar salir fríos.
Como ya sabes, nos dedicamos a hacer un simple trote
suave para desentumecernos, poner el motor en las revoluciones justas y tener
nuestras charlas e impresiones sobre cómo vamos y lo que queremos hacer en
carrera.
En esta ocasión el plan era simple. Salir tranquilos,
rodar durante los 10K lo más cómodos posibles y, sobre todo, ¡llegar!
Mientras esperábamos la salida Dani ultima la estrategia
de salida y decide hacerme de liebre.
-“¡Toma, como los pros!”-. Jajaja
Salimos a la vez y, creo que esto no se volverá a
producir, en lugar de ponerse a tirar desde el principio y dejarme atrás, se
queda conmigo.
Vamos bien, charlamos y de pronto Dani se percata:
-“Vamos muy rápido”-.
Con las tonterías se nos han ido los tiempos y nos
marcamos el PK2 en 4´44 y el PK3 en 4´36.
Y claro, en el PK4 tuvimos que empezar a regular para
recuperar y no pagar las consecuencias con más de la mitad de la carrera por
delante.
En esta carrera ha sido la primera vez que he visto a
Dani sufrir y estar cruzado mentalmente. Iba resoplando, escupiendo, negando
con la cabeza y también verbalmente.
En el PK5 está situado el avituallamiento y le señalé a
su derecha y le dije:
-“Tú a por agua y yo (señalando a la izquierda) a por
agua. No te preocupes si no la coges”-.
Justo al final del avituallamiento nos reencontramos y ya
venía con su botella; así que abrí la mía para darle un par de sorbos. A partir
de ahí tocaba tirar de calculadora y controlar esfuerzos para seguir avanzando
minimizando el desgaste físico y tratando de recuperar la mente.
Jugando a distraernos
Como te decía, es la primera vez que veo a Dani así; más
cruzado de cabeza… Y es que cuando el aspecto físico no va, la cabeza en modo
Amy Winehouse: “No, no, no”.
Así que para comenzar a cambiar las cosas los justo para
que no abandonemos la carrera, no se me ocurrió otra cosa que soltarle un
chiste de los malos.
-“No, no voy a reproducirlo, lo siento”-.
Reaccionó bien poniendo cara de “¡¡vaya chiste malo!!”.
La otra guerra abierta era el dejar de mirar el reloj y
correr por sensaciones; es a lo que me gusta llamar “correr por navegación”.
Esta guerra la perdí.
-“¡Que manía más fea tenemos de mirar el reloj cada dos
por tres! Sobre todo es algo que se pega de los asfalteros puros y duros”-.
Al menos conseguí que fuese más o menos distraído
planteándole movimientos en carrera que favorecían el que no estuviese
mentalmente a piñón fijo. Así que le iba indicando eso de: “no te cierres mucho
en la curva, mira como taponan. Vamos más abiertos y perdemos menos
frecuencia”, “vamos más a la derecha que está mejor el asfalto”, “vamos por el
centro que hay menos gente y nos da más el aire”, etc.
Eso sí, en el planteamiento de aumentar un poco el ritmo
fracasé. Ahí fue muy claro:
-“No puedo, si apretamos ahora no llego a meta.”-.
Así que seguíamos manteniendo el ritmo.
En realidad lo que iba buscando era ver si Dani iba tan
limitado como me decía y, en caso de no ser así, poder aumentar lo justo el
ritmo para que a mí no se me cargasen tanto los gemelos.
Así que ante su negativa quedaban claras dos cosas:
- Dani iba con todo lo que tenía
- Me toca cambiar la frecuencia de pasos para que los gemelos no me digan “se acabó”.
Al final del túnel
Poco antes del PK9 comenzamos a subir un pelín el ritmo.
También es algo normal; la gente ve ya el último kilómetro y se viene arriba.
-“Y nosotros no íbamos a ser menos, ¡por favor!,
jajaja”-.
Así que empecé a animar a Dani para que mantuviese ese
ritmo progresivo durante el kilómetro que nos quedaba hasta llegar a meta.
Para encarar la recta de meta hacemos un doble giro a
izquierdas y, la recta pequeña que los separa, pica arriba. Y para evitar que
se parase comencé con el incesante: “vamos, vamos, vamos, que ya estamos ahí.
Pasos cortos, pasos cortos y a tope”.
Dani estaba en modo “matador”. Sufriendo por seguirme a muerte y
por superarse así mismo.
En la recta de meta fui todo el tiempo dándole la basa
con el consabido “vamos, vamos, va,va,va”. Y también recuerdo que le grité que
no mirase al suelo, que mirase al arco de meta.
Y lo mejor de queda para el final (como en las pelis
americanas, jajaja). Cruzamos la meta por debajo de la hora.
-“¡Tomaaa!”-.
Foto Sportmaniacs Imagen: caretos al llegar a meta |
Y como te conté al principio del post, después nos fuimos
de almuerzo. Aunque eso… eso ya es otra historia…
Nos leemos pronto!!
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